El dólar en el mundo comenzó el último trimestre de 2021 cerca de sus niveles más altos del año y se dirigía a su mejor semana desde junio, ya que los inversores esperaban que un tono más agresivo de la Reserva Federal produzca un aumento de las tasas de interés de Estados Unidos antes que sus principales pares.
La posición de cautela del mercado debido a las preocupaciones del COVID-19, los tambaleos en el crecimiento de China y el estancamiento de Washington antes del plazo para elevar el límite de endeudamiento del Gobierno, también prestaban apoyo al dólar, considerado como un activo de refugio.
El índice dólar bajaba a 94,166 unidades, habiendo ganado un 1,1% en lo que va de la semana, la mayor subida semanal desde finales de junio. "La reunión de la Fed de la semana pasada le dio nueva vida al debate sobre una posible alza en la tasa de fondos federales en 2022", dijo Jane Foley, directora de estrategias cambiarias de Rabobank. "Esto es positivo para el dólar en dos frentes. En primer lugar, el dólar se ve mejor desde una perspectiva de diferencial de tasas de interés directa. En segundo lugar, una subida de las tasas estadounidenses y un dólar más fuerte afectarán las perspectivas de crecimiento en los mercados emergentes". Las perspectivas de expansión para los mercados emergentes ya se han visto impactadas por las preocupaciones de una desaceleración en China y por los temores de una crisis energética, dijo Foley. El euro cotizaba el viernes con alza de 0,1%, a 1,1588 dólares, pero ha caído alrededor de 1,3% durante la semana y perforó un umbral de soporte de 1,16 dólares hasta tocar su nivel más bajo desde julio de 2020. El yen repuntó desde un mínimo de 19 meses durante la noche, pero ha perdido un 0,6% durante la semana y el doble en una quincena, ya que un aumento en los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidenses ha atraído la demanda de dólares en Japón. Se negociaba por última vez en 111,21 yenes por dólar. Los rendimientos de los bonos del Tesoro a 10 años subían por sexta semana consecutiva y los retornos reales a 10 años -descontados por la inflación- están aumentando mucho más rápido que sus contrapartes en Europa.